jueves, 27 de septiembre de 2012

Jose Luis Perales y la muerte del CD


Diez temas, unos 45 minutos, una vez por año.  Asi era el ciclo de la música popular hasta no hace mucho. Todos esperábamos “el ultimo de”, año tras año. Mucha regularidad para un emprendimiento artístico y libre como la creación musical. Muchìsima. Demasiada.  Hay dos posibilidades: 1) el torrente creativo de los músicos populares (ilimitado como las vertientes que buscaba el viejo barbudo de la propaganda de Resero) se enfrenta a las limitaciones logísticas y técnicas que impiden sacar mas de un disco de 45 minutos por año.  2) La voracidad y las reglas del mercado exige a las bandas vomitar un CD al año, para no perder el momentuum, aun cuando haya que rellenar con cualquier porqueria.  Se me hace que, salvo honrosas excepciones, lo segundo domino la practica habitual

El CD/vinilo anual nos obligo a soportar tremendos bodrios para ver si algo se caia. ¿Por qué? Porque primero elegimos al artista y luego a su arte. Entonces, nos tragamos uno de Supertramp al solo efecto de que aparezca esa canción simpática, entre en un farrago de bodrios como cuñado imbancable en Navidad.

Pero el argumento funciona al revés: huimos de un artista porque “en promedio” no nos gusta, y nos perdemos sus gemas; es la estadística al servicio de la pelotudez.  

Me agarra algo de nostalgia ver morir a mis compañeros de ruta (los vinilos, los CD’s) pero me alegra pensar que quizás volvamos a como hacían música Gardel, Mozart o los copleros y juglares: cuando les venia en ganas. Entonces, pido un minuto de silencio por el CD, ya en estado catatónico, pero levanto el vaso por los sitios de internet de pibes que postean música nueva, y ponen lo bueno y esconden lo choto, porque ya no tienen mas la presión de arrejuntar canciones una vez por año como perejil en maceta.

Los dejo con Perales y una increíble canción, que se perdió en la pelota de prejuicios que nos llevo a preferir el ultimo de Asia.




lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Dónde fueron a parar las chacareras?

Receta para aniquilar formas musicales: 1) tome cualquier género-rítmo popular, 2) pongalo en manos de los intelectuales, 3) agregue jazz, 4) mezcle (y llámelo “fusión”). La musica folclórica es en general funcional (satisface un propósito: quejarse, divertirse, inducir el baile, etc.). Los intelectuales de cuarta la usan para el único motivo que satisface sus vidas: lograr la aceptación de sus pares y el rechazo de los que no lo son. Entonces, a la chacarera le agregan acordes raros, juegan a ver quien respeta menos el ritmo (si es con métricas irregulares, duplica-puntos-palabra como en el scrabble) y se enconan con cualquiera que no distinga una chacarera doble de una trunca, o con quien no tenga una postura taliban sobre si es o no birritmica. Es decir, hacen de un noble género una versión músical de los 100 metros llanos: la transforman en algo que se puede medir (en dificultad, en complejidad, en esoterismo). Y en el medio perdemos todos.

Cuesta encontrar nuevo folclore honesto, que pretenda emocionar más que impresionar. A la matematizacion de zambas y gatos, prefiero al Chaqueño Palavecino.

Me despido con una interprete que no sé cuánto sabia de estó (seguro que mucho) pero que su fuerza emocional lo cubria todo.